Juan Carlos Pedreira, de montar el primer galpón del PIO a desarmador oficial de BLOCK
Llegó para construir el taller de Electrotécnica BLOCK en el Parque Industrial y le propusieron quedarse, para dedicarse a las bobinas. Eso fue hace 18 años. Hoy es el operario con más años en la empresa. De sus manos depende el inicio de cada reparación. Habla de Daniel Block y se emociona. Mira a sus hijos y ve su legado
Es el que empieza el conteo, desde el minuto cero. Recibe, abre y desarma. Y lo hace con cada motor que llega a sus manos, sea de tren, barco, molino cementero o gasoducto. Es el que toma la posta cada día, todos los días, desde hace 18 años. Pero llegó antes, para montar el primer galpón de Electrotécnica BLOCK en el Parque Industrial.
“Lo hicimos con mi cuñado, en 2004. Crisis total. Y cuando terminamos Daniel (Block) me dice ´quédate conmigo que siempre hay algo hacer´ y arranqué así, desarmando de bobinas”, dice Juan Carlos Pedreira, mientras hace una pausa.
Con el tiempo se fue ganando el título de desarmador oficial en la empresa. Quería ser carpintero y estudiar inglés pero su padre se interpuso. A los 14 años se fue de la casa y desde entonces no paró. Fue albañil, camionero, metalúrgico. Un buscavidas que siempre se las ingenió para “vivir y sobrevivir”.
Tiene cuatro hijos, doce nietos y siete bisnietos. “Hice de todo un poco. Acá llegué como metalúrgico. Tenía algo de idea pero aprendí con los consejos de Daniel que explicaba muy bien. Y después es ponerle cuidado al trabajo”, admite y el recuerdo de ese maestro que después fue amigo le nubla la mirada.
“Todos los motores pasan por acá. Desarmamos casi todos en este lugar. Y tienen sus mañas. Es ponerle mano de obra, limpiar, es ver cómo lo desarmamos hasta dejarlos listos para bobinar”, comenta, consciente de ser una parte clave dentro de amplio engranaje de BLOCK.
Hace un trabajo metódico que lo adapta a las exigencias de cada motor. Pero no está solo sino al frente de un equipo integrado por Gabriel, Luis y Martín, con quienes comparte la rutina laboral pero también los mates y la vida misma.
Al corazón de cada motor
Tiene la vista entrenada y es extremadamente detallista. Sabe que no puede haber margen de error. “Hay riesgos de rotura en el desarmado. Un mal golpe y sonás. Hay motores que no tienen repuestos. Se rompe y no anda más; salvo Daniel, que arreglaba todo”, aclara Juan Carlos, con admiración y nostalgia hacia el fundador de la empresa, sin acostumbrarse del todo a su ausencia.
Hay equipos más sencillos y otros que requieren de mayor dedicación. “Depende de la bobina, alguna se hacen rápido y otras nos llevan 7 días. Depende de cómo lleguen. Igual que motores de media tensión, llevan mucho papel y más limpieza”, comenta con tono de experto.
“Acá vemos todo tipo de generadores. Los D77, de ferrocarril son los más comunes pero, por ejemplo, las bobinas de barco son las más delicadas, es más fino” y es necesario extremar los cuidados cuando se ingresa al “corazón” de cada motor.
El Sector de Desarme está ubicado en el fondo del primer taller. Allí Juan Carlos ataja pequeños y grandes motores con un lema innegociable: “Cuando salen de acá tienen que estar sin problemas. Acá tenés 60 bobinas pero en un generador hay 400”, dice, y señala el equipo que está frente a sus ojos.
Tiene 66 años pero jubilarse no es una opción porque “no me alcanzaría para vivir. Sería volver para atrás, tendría que vender el auto. Hasta donde me dé el cuerpo, seguiré”.
Por esa razón, también trabaja en su casa, despuntando el oficio de metalúrgico. Se autodefine como un incansable: “Tengo miedo de parar y después no poder arrancar más. Son muchos años de laburo. Trabajo desde los 12”, dice, sin darse tregua.
La admiración por Daniel
Agradece el día en que llegó a BLOCK para hacer el montaje de esa nave industrial sin imaginar que con los años ése sería su lugar de pertenencia. “Daniel se daba cuenta de lo importante que era un sueldo y si bien él estaba en otro escalafón, jamás le importó lo material. Sabía ponerse en el lugar del otro”, plantea Juan Carlos con gratitud.
La emoción es inevitable y el nudo en la garganta, también. Daniel Block llevó las riendas de la empresa durante 50 años y dejó la vara muy alta. “Era muy buen tipo, buena persona. Muy inteligente para todo y si te podía dar una mano lo hacía. Había una amistad y un respeto mutuo”, destaca con la voz se quebrada.
Tenían códigos y un vínculo muy especial. “Era capaz de venir el miércoles y te buscaba la vuelta para que vinieras el sábado y si no se lo confirmaba, el viernes volvía y me decía ´cuando vengas mañana prendé el horno´”, recuerda con picardía.
También tenían cruces y entredichos. Ambos con un carácter incorregible. “Él quería que los motores de barcos los hiciera yo, me tenía confianza porque son delicados. Pero me acuerdo que una vez habíamos discutido por un trabajo y viene y me dice ´mañana se desarmá el motor del barco´ y yo le respondo ´no, mañana me opero del hombro´”. Lo cuenta, mira hacia arriba y se ríe, en un guiño hacia Daniel, creyendo que al menos esa vez pudo ganar la pulseada.
“Era muy capaz. Su sueño era hacer el motor BLOCK, que ya estaba diseñado”, describe Juan Carlos. Lo extraña pero, al igual que toda esa gran familia que conforma Electrotécnica BLOCK, acompañó la decisión de sus hijos de seguir adelante y sostener el legado.
“Todos los chicos hacen bien su trabajo”, plantea sobre el final. “¿Si estoy cómodo? Claro que sí, si no ya me hubiera ido”, responde entre risas, validando el sí que le dio a Daniel allá por 2014 y que hoy lo convierte en el empleado con más años dentro de la empresa.